Los grifos modernos han mejorado mucho desde que se diseñaron por primera vez a fines del siglo XIX. Ahora ofrecen una variedad de características, que incluyen rociadores ajustables y palancas que le permiten cerrar el agua con una mano mientras mantiene la otra mano sobre el fregadero para recoger el agua que gotea.
La construcción de un grifo suele ser un cuerpo de metal o cerámica que se puede enchapar con latón, níquel o cromo. Estos acabados se aplican a través de un proceso conocido como deposición física de vapor (PVD).
Los acabados se pueden rociar con un polímero transparente o plástico epoxi con color, según el diseño. Los acabados decorativos también se pueden lograr mediante recubrimiento en polvo, que se aplica con un polvo seco que cura cuando se expone al calor.
También hay algunos grifos con filtros incorporados para ayudarlo a evitar contaminantes en el agua. Estos son especialmente populares en entornos comerciales.